domingo, 22 de mayo de 2011

7.7 PORQUE LA PRESENCIA DEL ESTADO VATICANO ANTE LAS NACIONES UNIDAS.


Como observador Estado no miembro, la Santa Sede puede acceder a los principales órganos de la ONU. En la Asamblea General, por ejemplo, la voz de su representante, se escucha con frecuencia. Y por tres veces se oyó la intervención de un Romano Pontífice: Pablo VI, en 1965, y Juan Pablo II, en 1979 y en 1995.
En los órganos subsidiarios y especializados de Naciones Unidas, la Santa Sede participa de distinta manera. Por ejemplo, se le reservó un puesto en el Comité Consultivo del Comité de Ayuda a los Refugiados (ACNUR), en atención a su labor en este campo.
El estatuto de Estado no miembro observador concede asimismo una serie de derechos, tales como acceder a las conferencias organizadas por Naciones Unidas y a los documentos de la organización; a emitir declaraciones, elaborar propuestas, distribuir documentos... Además, sus representantes poseen el privilegio de la inmunidad diplomática.
Parece fundado el derecho de la Santa Sede a participar como Estado en los organismos internacionales. Pero, ¿le interesa realmente? Como recordaba Mons. Tauran, «aunque a veces moleste, la voz de la Santa Sede es siempre escuchada, aunque sólo sea por el prestigio moral del Romano Pontífice. Además, lo que los representantes de la Santa Sede dicen, lo proclaman no sólo en nombre de la Iglesia Católica, sino también en nombre de la fidelidad al Derecho natural y del Derecho internacional. Lo importante es que las presiones de los más fuertes o de grupos de estilos de vida minoritarios pero con medios poderosos no prevalezcan sobre el orden jurídico o el sentido común».

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